Talento Diverso

El blog sobre inclusión laboral para las direcciones de RRHH

La gig economy o economía de encargos

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En ocasiones, la terminología invita a pensar que estamos ante algo innovador, pero no siempre es así. La gig economy lleva entra nosotros más tiempo del que pensamos, si bien ha sido la situación generada por el Covid-19 la que lo ha impulsado con mayor fuerza.

Se denomina gig economy a los «pequeños trabajos por encargo» (también conocido como «economía bajo demanda») y todos, de una forma u otra, estamos en contacto con ella. Se trata de trabajos esporádicos de corta duración y en los que el trabajador es contratado para una labor específica dentro de un proyecto.

Contratar freelances o autónomos en lugar de trabajadores a tiempo completo

Como decíamos, los trabajos temporales y flexibles son algo común y las empresas tienden a contratar profesionales independientes y autónomos, en lugar de empleados a tiempo completo.

Una economía así de conciertos va socavando la tradicional de «trabajadores a tiempo completo», quienes a menudo se centran en el desarrollo de su carrera.

Estos trabajos temporales, flexibles o independientes, a menudo implican conectarse con clientes a través de una plataforma en línea, sin contacto personal ni presencial.

Normalmente, se realizan contratos de prestación de servicios para realizar determinados trabajos que no son la actividad principal de la empresa, como puede ser la gestión de nóminas, la prevención de riesgos laborales, los trabajos de servicios generales, tales como limpieza, mantenimiento o profesionales informáticos, que cuentan con un encargo concreto durante un periodo de tiempo determinado, en lugar de contratar a personas trabajadoras con contrato laboral y se incorporen a la plantilla.

Las razones o factores de la gig economy

La pregunta sería por qué va en auge la gig economy. Las razones o factores pueden ser varias:

  • Tipo de puestos que facilitan este trabajo contratado de forma independiente, no teniendo así que realizar un contrato fijo ni disponer de una ofician física. En su mayoría son trabajadores subcontratados a tiempo parcial y que trabajan desde su casa.
  • Oferta más amplia de solicitantes para elegir, ya que no importa la proximidad a la hora de contratar. Con internet se pueden reemplazar puestos fijos en oficina por trabajadores a distancia o teletrabajadores que realizan el trabajo igual de eficiente desde su casa. Tendencia que se ha acelerado con la pandemia.
  • Razones económicas. Los empleadores no pueden permitirse contratar trabajadores a tiempo completo para encargarse del trabajo diario, prefiriendo contratar empleados a tiempo parcial o temporal que se ocupen del mismo en los momentos de mayor demanda, o de proyectos o fases muy específicas.
  • Flexibilidad y movilidad. Permite a los empleados tener mayor libertad para mudarse o cambiar de carrera o profesión a lo largo de su vida.

Este tipo de contratación permite un importante ahorro para la empresa, ya que no debe cotizar a la Seguridad Social ni respetar los derechos derivados de la relación laboral, como es: las bajas médicas, vacaciones, permisos, posible derecho de indemnización en caso de extinción del contrato por voluntad del empresario, etc., sino que existe una relación mercantil basada únicamente en el cumplimiento de un trabajo, cuyos medios para llevarlo a cabo los proporciona el profesional, a cambio de la emisión de una factura.

El Covid-19 ha ocasionado un aumento significativo de gig economy, viendo como algunos profesionales ejercían su trabajo desde su hogar y lo entregaban a domicilio. Incluso, personas que perdieron su trabajo por la pandemia han recurrido al trabajo parcial para obtener ingresos.

Las empresas y empleadores deberán tener en cuenta todos estos cambios en el mundo laboral, incluyendo la economía de los trabajos colectivos.

Problemas de la gig economy

No obstante, tiene su parte negativa, como todo. Hay desventajas en la gig economy. Por un lado, no todas las empresas se inclinan por contratar a tiempo parcial, sin embargo, la tendencia es cada vez mayor y los empleados que prefieren un contrato tradicional a tiempo completo, en el que desarrollar su carrera, se sienten desplazados, eliminados.

La flexibilidad argumentada a favor tiene una contra importante: puede alterar notablemente la vida laboral y personal, los patrones de sueño y las actividades de la vida diaria. Esta mal llamada «flexibilidad» obliga al trabajador a mantener una disponibilidad constante por si surge un trabajo, independientemente de sus otras obligaciones o necesidades. Incluso debe estar a diario «a la caza» de un trabajo ya que la competencia por estos trabajos temporales ha ido en aumento durante la pandemia.

Esta situación ha llevado incluso a que la mayoría de los trabajadores se conviertan en emprendedores, en lugar de empleados tradiciones. Es decir, en autónomos. Aunque, a priori, esto pueda significar mayor libertad a la hora de elegir un trabajo, también supone mucha más inseguridad al no contar con un trabajo estable, un salario regular, beneficios, rutina diaria y jubilación (cotización). Todo esto se está convirtiendo en el pasado laboral, solo eso, de muchas personas.

Otro factor negativo es que el trabajo por encargo supone la no existencia de una relación de confianza, asidua, entre trabajador, empresa, clientes y proveedores. Lo que llevará a menos inversiones al no haber una relación de confianza establecida, ya que esta se ha sustituido por algo solo «temporal».

Así, los profesionales externos no forman parte de la empresa ni de la cultura corporativa, por lo que será más difícil establecer criterios en las mismas directrices que se exige a cualquier persona trabajadora con contrato laboral, ya que los profesionales trabajan para distintas empresas de manera simultánea.