La habilidad de un líder para gestionar e influir en su equipo es determinante, pero no todos los tipos son adecuados a todos los momentos ni a todas las empresas.
Liderazgo positivo y liderazgo negativo
Contar con un buen liderazgo supone mayor motivación y rendimiento de la plantilla y, por tanto, un aumento de los beneficios.
Por el contrario, cuando es negativo dificulta la consecución de los objetivos marcados por la empresa, genera mal ambiente de trabajo, produce un deterioro de la imagen de la compañía e, incluso, puede reducir las ventas de esta.
Un líder para cada momento
Para una buena elección de líder deberemos tener en cuenta los valores de la empresa, así como las cualidades de la plantilla.
Las empresas tienen que conocer los diferentes tipos de líder existentes y elegir el más adecuado según el momento y sus características.
Veamos a continuación cuáles son y sus características.
Liderazgo autocrático, todo el poder para un directivo
Toma todas las decisiones con poca o ninguna participación de los miembros de su equipo. Este tipo de líder, él o ella, cree que es la persona más inteligente del grupo.
Solo es útil ante una situación en la que la toma de decisión es inmediata y dicha persona es quien posee el mayor conocimiento sobre el tema.
En la actualidad, las empresas 4.0 buscan empleados y empleadas más comprometidos y leales con la entidad, y no la rigidez y falta de comunicación de este tipo de liderazgo.
Liderazgo autoritario: ¡Sígueme!
A diferencia del autocrático, no se limita solo a dar órdenes, sino que explica cómo piensa, hacia dónde se dirige la empresa y lo que ocurrirá una vez se llegue a dicho punto. Permite que las personas elijan, y les dan libertad sobre cómo lograr aquellos objetivos comunes.
El líder que marca el ritmo: «Nos mantenemos»
Este tipo se refiere a un líder muy motivado, que pone el listón alto y empuja a los miembros de su equipo a correr al máximo hasta la línea de llegada. Aunque es eficaz para generar resultados, con su proceder puede desanimar a su equipo dado que, incluso las personas más motivadas se pueden estresar bajo este ritmo de presión constante.
Aunque positivo durante periodos cortos, a largo plazo deberá frenar y coger aire para no provocar un gran desgaste en los integrantes de su equipo.
Liderazgo democrático: la participación de todos
Comparte y busca la opinión de empleados y empleadas, por ejemplo, preguntando: «¿Cómo lo ves?». Este tipo de liderazgo genera confianza, cooperación y espíritu de equipo.
Este líder logrará que su equipo lleve a cabo lo que él quiere que se haga, pero dejando que los integrantes realicen el trabajo como ellos quieren. Esto permite mayor creatividad, a la par que ayuda al crecimiento y desarrollo de todo el equipo, tanto en conjunto como de forma individualizada.
El líder coaching diría: «Considera esta opción»
Este tipo de líder ve en las personas el talento a desarrollar, utilizando su visión de entrenador para desbloquear el potencial de cada una de ellas.
Este tipo de liderazgo ayuda al equipo a desarrollar y potenciar su capacidad, abriendo su corazón a cada una de las personas.
Liderazgo transaccional: las compensaciones
Este tipo se basa en acuerdos entre los altos cargos y las personas empleadas. Donde estas reciben algún tipo de compensación por el logro de los objetivos marcados. Estas recompensas o incentivos generan mayor motivación en el equipo. Esto supone un beneficio para ambas partes: por un lado, se realizan correctamente las tareas y, por el otro, aumentan los beneficios.
No obstante, si bien esto es útil en momentos de estabilidad, también supone un aumento de costes económicos (por los incentivos), lo que en momentos de crisis puede ocasionar una gestión ineficaz.
Liderazgo transformacional: trasformación a través de los empleados
Para este líder el capital humano es lo importante, por tanto, se centra en los empleados y empleadas, manteniendo una comunicación constante con cada persona y así contrastar y definir las estrategias compartidas a realizar.
Además, sabe cómo incentivar y premiar, maximizando la creatividad y productividad del equipo.
Para ello, este líder índice sobre todo en el ambiente laboral, lo que puede llevar a una ineficacia en situaciones de crisis, al impedir que obtenga resultados con rapidez.
Laissez faire: «la confianza en los empleados»
Este tipo de liderazgo es el extremo totalmente opuesto al autocrático, ya que este líder confía en que las personas que forman su equipo saben qué hacer.
No obstante, aunque es positivo, también tiene una parte negativa cuando se lleva al extremo: la no participación del líder puede dar la imagen de distante.
Por tanto, lo ideal es lograr un equilibrio supervisando lo justo para que los y las integrantes del equipo se mantengan concentrados en la consecución de los objetivos marcados.
Saber cuándo hay que cambiar el tipo de liderazgo
Cada grupo de trabajo y cada situación responderá mejor ante uno u otro tipo de liderazgo. Los responsables de la empresa deberán ajustar el modelo de gestión en base a cada momento, teniendo en cuenta también que deberán saber cuándo cambiar de liderazgo en beneficio de la compañía.
No obstante, para ser un buen líder también conlleva el conocerse bien a sí mismo, comprender los diferentes estilos, saber si necesitas desarrollar alguna habilidad, practicar y mantenerse ágil y, lo más importante, desarrollar un estilo propio con la resiliencia suficiente para adaptarse a cualquiera de los otros estilos si la situación lo requiere para aumentar así la efectividad de tu liderazgo.
Una característica común de un buen liderazgo es que transmite confianza, explica las correcciones en los errores cometidos, destaca el buen trabajo realizado, coordina al equipo y es buen comunicador, respeta los tiempos de descanso o vacaciones de cada persona, y se preocupa individualmente por cada miembro del equipo.