En el año 2012, durante un viaje de incentivos del personal de DKV en Egipto la imagen de una persona con discapacidad extremamente afectada por la pobreza, carente de movilidad e inmersa en la mendicidad quedó capturada en la retina del Dr. Josep Santacreu, CEO de DKV y Presidente de Integralia. Esa fue la semilla de lo que constituye hoy este proyecto internacional.
La semilla generó los primeros brotes e incluso ya podemos hablar de los primeros frutos. Hoy os quiero hablar de una de las protagonistas de nuestro proyecto en India: Narmada.
Narmada tiene 31 años, nació en la región de Kurnool, es la alumna con mayores problemas de movilidad del curso. No sólo destaca por ser una alumna puntual, trabajadora y colaboradora; en lo personal es una mujer con un sentido del humor extraordinario que siempre nos hace reír a todos.
El otro día en una tutoría le pedí si podía hacer una reflexión sobre su necesidad de ir en silla de ruedas y si esto podía ser un obstáculo para encontrar un trabajo y tener una vida independiente. Gentilmente accedió y estuvimos hablando sobre lo que ella había escrito. Su redacción empezaba de la siguiente manera:
“Tengo la misma capacidad para hacer lo que los demás hacen, para estudiar y para aprender. Tengo los mismos derechos que cualquier otra persona, la silla de ruedas no es un obstáculo para trabajar y ganar un sueldo, de hecho, yo la veo más como un instrumento útil, sólo le veo ventajas”.
Entonces entendí que Narmada hasta empezar sus estudios en la Professional School se desplazaba en una pequeña tabla de madera provista de ruedas, o dando unos pequeños pasos con muletas. Y ahí estaba la cuestión de todo este asunto, desde mi visión cuando me paraba a pensar en mi prótesis –hasta ahora– sólo podía centrarme en sus defectos, en que podría mejorar; y no a la inversa.
¿Cuál es la inversa? Las virtudes. Es pensar todo lo que puedo hacer, todo lo que sistemáticamente hago, en lo afortunado que soy teniendo lo que he conseguido, pero en lo desdichados que nos podemos convertir si no valoramos lo que tenemos.
Narmada proseguía con su redacción expresando lo siguiente:
“Esta silla de ruedas me ha dado la oportunidad de estar presente ante otras personas, ha creado esperanza respecto a mi futuro. Soy una chica valiente, no tengo miedo ni tan siquiera a mostrar a los demás que puedo y hablar en público sobre ella. No soy tímida y soy amable, creo que estas habilidades me hacen una buena trabajadora independientemente de mi discapacidad”.
Narmada así como las otras alumnas, me dan una lección cada día y me conciencian que para “enseñar hay que aprender”, no podemos dejar nunca de “aprender a aprender”. Algo básico para aprovechar y aumentar nuestras capacidades, ya que sólo en las capacidades está nuestra verdadera razón de ser. Centrarnos en la discapacidad sería un error. Y es que ni el mayor de los genios, ni el mejor de los deportistas, ni el trabajador más productivo sabe, puede, ni tiene la motivación para hacerlo todo.
Hoy los frutos que está dando este proyecto, se personifican en personas como Narmada, que nos enseñan a pensar en este tipo de cosas. Que conseguirán un trabajo y superaran los motivos por los que parecía que se tenían que quedar al margen de la sociedad, tal como estaba aquella persona con discapacidad que en 2012 intentaba sobrevivir como podía sobre el asfalto de Egipto.