Me cuenta Gustavo Mascuñan, Técnico de Proyectos Internacionales en Colombia, que eligió la célebre obra de Antoine de Saint-Exupéry para practicar el uso de la voz, la expresión oral, el volumen, la pronunciación y la entonación del grupo de alumnos que en un futuro posible trabajaran como teleoperadores para el Grupo Konecta, socio del proyecto.
Gustavo quiere ir más allá con las clases que imparte cada día en el Batallón de Sanidad de Bogotá. En ese batallón, algunas víctimas del conflicto armado colombiano curan sus heridas de viejas pero muy presentes batallas y se esfuerzan para reemprender la vida civil habiendo adquirido una discapacidad.
El proyecto internacional de Integralia, no puede entender la formación que brindamos sólo como un acopio de conocimientos y prácticas para ejercer en el mercado laboral, eso sólo nos conduciría a formar a trabajadores tipo.
Cada día se nos hace necesario buscar metodologías innovadoras porqué trabajamos con generaciones de personas con discapacidad pioneras en Perú, Colombia e India, que tienen mucho que brindar a la sociedad pero que también tienen muchas barreras que romper en su país. En ese sentido, no podemos formar sólo a trabajadores, debemos formar a personas integras también.
Y en ese conocimiento, complicidad y apego que se produce en las sesiones de formación, con la lectura en voz alta y grupal de “El Principito” reflexionaron y buscaron enseñanzas sobre la vida, la discapacidad, los retos y la ilusión por un futuro mejor.
Durante la narración, el grupo de alumnos con Gustavo, se detuvo para analizar la siguiente expresión:
“Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos”
Y es que la vida no siempre es fácil y unidireccional, en el camino existen exabruptos a veces insalvables con o sin silla de ruedas. A veces nos equivocamos, y tenemos que buscar caminos secundarios o alterar la ruta para llegar a nuestros destinos. Y eso es lo importante, saber sobreponerse con autonomía entre lo que pensábamos que sucedería y luego finalmente ocurre.
La actividad fue un éxito, pocos habían leído el libro, realmente la mayoría no tienen hábito de leer, y les encantó. Gustavo me cuenta también que había leído muchas veces “El Principito”, y que esa lectura ha sido la más especial, quizás por el sentido que cobra compartir con los demás lo que uno tiene, o bien, por ver que algo tan sencillo puede convertirse en algo muy especial sin apenas casi pensarlo.