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Turismo accesible: una concienciación que beneficia a todos

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Una de las formas de llegar a las termas de Caracalla, en Roma, es dirigirte a la estación Termini y coger la línea de metro MEB hasta la parada Circo Massimo. A simple vista no parece empresa difícil, y tampoco me lo pareció cuando en la oficina de turismo me dijeron que no tendría dificultades en hacerlo, que era accesible. Tras bajar del ascensor me encontré con unas escaleras, así que pregunté a un guardia de seguridad donde estaba el camino accesible. El guardia, muy amable, me miró y se fue. Al rato volvió con tres compañeros. Entre los cuatro me bajaron a pulso por las escaleras, a mí y a mi silla de ruedas. Ya sabía que la accesibilidad no era universal, pero fue en ese momento cuando descubrí que la manera de entender la accesibilidad tampoco lo era.

Una discapacidad te acompaña en todos los ámbitos de la vida. Tengo una tetraplejia desde los 25 años. Una de las cosas que aprendes cuando tienes una discapacidad es su carácter transversal. La discapacidad está ahí cuando me ducho, cuando me visto, cuando como, cuando necesito ir al baño. La discapacidad estuvo ahí el día de mi boda, el día que nació mi primera hija, y mi primer hijo, la discapacidad estuvo ahí cuando alcancé el éxito profesional, estuvo ahí en mis victorias y en mis derrotas, en los mejores momentos de mi vida y en los peores. De la discapacidad no se puede desconectar nunca. Solo el paso del tiempo permite que la aceptes con naturalidad; que es como tu sombra y que te va acompañar para siempre.  

Es julio y todo el mundo comienza a preparar sus vacaciones. Todos buscamos desconectar y todos entramos la absurda paradoja de estresarnos planificando unas vacaciones que nos quiten el estrés. Una persona sin discapacidad, un individuo perteneciente al “amplio rango de la normalidad”, escoge un lugar vacacional en función del coste y sus intereses. Son los grandes limitantes. Estar donde uno quiere estar al gasto o coste que se puede permitir.  

Javier de Oña de vacaciones

De la discapacidad no se desconecta nunca. No la puedo dejar en casa e irme a la playa sin ella. A la hora de planificar las vacaciones con mi familia la primera pregunta que surge es ¿qué lugares son accesibles? Y la respuesta es siempre la misma. Pocos. Investiga, compara, analiza. Sorpréndete porque aquel lugar que prometió ser accesible no tiene el baño adaptado. Te vas de vacaciones para desconectar de aquellas pequeñas luchas cotidianas. Pero de la lucha por la inclusión no se puede desconectar nunca porque de la discapacidad no se puede desconectar nunca. Irá contigo a los canales de Venecia y a la Torre Eiffel, a Santorini y a las Pirámides de Egipto. Recuerda que es tu sombra y que te va acompañar siempre. 

Pero que la discapacidad te acompañe siempre no hace que tenga porqué ser limitante. El turismo accesible es un término relativamente nuevo que pretende sensibilizar sobre la falta de soluciones para facilitar el acceso a las diferentes infraestructuras turísticas. Se trata de adecuar medios de transporte, hoteles, restaurantes, parques, museos, sendas naturales, playas, para eliminar la discriminación hacia cualquier persona independientemente de sus capacidades. Porque en el turismo o en el ocio se encuentra la constatación más clara y directa  de que el mundo no está hecho para todos de la misma forma.  

Según la Fundación Adecco, un 56% de las personas con discapacidad no pueden viajar debido a que no encuentran opciones accesibles para hacerlo. Esta falta de accesibilidad atenta frontalmente contra los derechos fundamentales de las personas; es coercitiva, un arresto domiciliario que cercena nuestra libertad de movimiento.  

Hablamos entonces de que, solo en España, 2 millones de personas no viajan por falta de accesibilidad en los destinos turísticos. Además, las personas con discapacidad gastan un 30% más que la media cuando viajan, según recoge el Observatorio de la accesibilidad del turismo. Se trata de un volumen de negocio que crearía hasta 90.000 puestos de trabajos nuevos y supondría un nuevo nicho para las empresas cuya inmersión les reportaría grandes beneficios a la par que preservarían los derechos de las personas con discapacidad.   

Es cierto que muchas ciudades y destinos turísticos están tomando conciencia de esta necesidad, adaptando los destinos con un criterio universal, de modo que no se discrimine a nadie en función de sus capacidades, pero aún queda mucho hacer. En cada viaje que realizo sé que voy a tener situaciones incómodas y difíciles. Lo tomas como parte del viaje. Siempre intento no darle demasiada importancia. Nunca permito que una rampa mal diseñada, o un baño que no está adaptado o la falta de accesibilidad de un monumento que quería visitar, me arruine las vacaciones con mi familia, pero no por ello debemos dejar de reivindicar nuestro derecho a disfrutar del turismo de la misma manera que lo disfrutan los demás.  

Queda mucho camino por recorrer. Invitamos al sector turístico a contar con entidades expertas en discapacidad como Integralia para emprender un camino hacia el turismo accesible, porque la mejor manera de satisfacer las necesidades de una persona es preguntándole directamente cuáles son. Y no hablamos solo de discapacidades físicas. Personas con discapacidad sensorial, intelectual, orgánica o con enfermedad mental también deben encontrar espacios turísticos adaptados a sus necesidades.  

La industria turística, que representa el 12% del PIB en España, tiene el reto de asumir los ODS.  Además del 12, 13 el 14 los ODS 8 – 8.5 (“lograr el empleo pleno para todas las mujeres y hombres, jóvenes y personas con discapacidad”)  y 10 -10.2   (potenciar  la inclusión social, económica y política de todas las personas”). La accesibilidad universal es algo que beneficia a todo el mundo, pero especialmente a las personas con discapacidad, que podrán planificar sus vacaciones sin tener que preguntarse nunca más cómo de accesibles son todos esos caminos que nos llevan a Roma. 

 

Javier de Oña

 

 

 

 

 

 

Javier de Oña 
Subdirector de la Fundación Integralia DKV