La desigualdad existente en el acceso, conocimientos y uso de las nuevas tecnologías (Internet y las TIC: Tecnologías de la Información y Comunicación), es lo que conocemos con el nombre de «brecha digital».
El desarrollo de las nuevas tecnologías se ha introducido de una manera sigilosa, a la vez que decisiva hasta convertirse una herramienta imprescindible en el desarrollo social, económico y por lo tanto, empresarial.
En el ámbito social, se ha visto cómo la posibilidad de acceder a los medios digitales ha marcado una distinción de los distintos estratos sociales y es un elemento de definición del nivel de desarrollo de las naciones. Por tanto, encontramos en la era digital un elemento que hace incrementar más la desigualdad ya existente en la evolución social, cultural, política y económica.
¿Cuando apareció la brecha digital?
El concepto de brecha digital encuentra su antecesor en el llamado informe “El eslabón perdido” que se publicó en 1982 por la comisión Maitland. El término procede del inglés “digital divide”, utilizado durante la Administración Clinton, aunque su autoría no puede ubicarse con toda precisión.
En un primer momento la brecha digital se atribuyó al subdesarrollo y se pensó como algo pasajero que iría desapareciendo con la popularización de la tecnología. Sin embargo, esta brecha o fractura subsiste pese a la venta masiva de dispositivos electrónicos con acceso a internet.
Según datos de Internet World Stats, en el 2019 existían 4.536 millones de internautas conectados, con porcentajes de cobertura sobre el total de la población que van desde un 89% en Estados Unidos y 88% en Europa, hasta un 40% en el continente africano. En el medio, la cobertura en América Latina y el Caribe alcanza un 69%.
La brecha digital afecta especialmente a colectivos en riesgo de vulnerabilidad social: personas con discapacidad, jóvenes con bajo nivel de formación, empleados seniors. Concretamente en España, según el Informe Tecnología y Discapacidad de la Fundación Adecco, con la ayuda de Keysight Technologies Spain., un 45% de las personas con discapacidad manifiesta dificultades de accesibilidad, económicas y sociales en el uso de dispositivos tecnológicos
La brecha digital se ha incrementado con el COVID
El proceso de implantación de los medios digitales en la vida de las personas se ha visto incrementado en el último año, como consecuencia de la crisis sanitaria por el COVID-19, derivado del riesgo de contagio en las relaciones interpersonales, convirtiendo en una necesidad vital el desarrollo digital.
Como consecuencia de estas circunstancias, se ha impuesto un nueva realidad a la que se han tenido que adaptar de manera fugaz las administraciones, empresas, trabajadores y en general las personas, cambiando el modo en que venían gestionando su actividad y reconvirtiendo todo aquello que era posible en modo digital.
Por tanto, el acceso a servicios públicos básicos, como la sanidad, educación e incluso la justicia, han desarrollado su versión digital para poder seguir realizando su actividad durante la pandemia, mediante las consultas médicas con vídeo-llamadas, el e-Learning o los juicios por zoom, siendo imprescindible el acceso a Internet.
Por tanto, ha sido necesario un nuevo proceso de aprendizaje o alfabetización digital, siendo evidente que aquellas personas que por falta de medios, conocimientos o circunstancias personales no pueden acceder a la nueva realidad digital, han visto limitados el acceso a multitud de servicios, provocando la desigualdad que se encuadra dentro de la «brecha digital».
Impacto de la brecha digital en las empresas
En el ámbito empresarial, el desarrollo digital provocado por las circunstancias excepcionales del último año, ha causado un gran impacto, acelerando la evolución que se venía realizando desde hace varios años en la creación de nuevos medios y estructuras digitales, donde ha cobrado un protagonismo omnipresente el teletrabajo y la necesidad de definir las actividades esenciales que se podían prestar de manera presencial.
Así, las empresas se han visto obligadas a realizar una inversión en medios informáticos que permitieran seguir desempeñando la actividad y por otro lado, aquellas organizaciones que no han tenido posibilidad de adaptarse a los medios digitales, han visto peligrar su actividad, por tanto, se ha provocado una transformación en los modelos productivos y del mercado laboral, posicionando el desarrollo digital como elemento indispensable de subsistencia.
En consecuencia, se ha producido una transformación del mercado laboral, consolidando el teletrabajo como una forma común de desempeño del puesto de trabajo y por tanto, exigiendo a los trabajadores una capacidad de adaptación a los medios digitales y la adquisición de nuevos conocimientos.
Las competencias digitales, entendido como la capacidad de entender y aprovechar todo el potencial de las nuevas tecnologías, se han convertido en un elemento diferenciador del perfil profesional que avanza a pasos agigantados por las capacidad de difusión de contenidos, atendiendo al nivel uso, desarrollo, utilización de ERP, intercambiar información en la nube, participación en redes, etc. , dejando a los trabajadores «analógicos» en una situación de absoluta desventaja con falta de oportunidades, lo que provoca desigualdades que podemos encuadrar dentro de la «brecha digital» en el ámbito laboral.
La formación continua en el uso y control de las TIC será esencial para seguir potenciando las competencias digitales en el aspecto laboral.
Esperamos que después de leer este artículo haya quedado claro qué es la brecha digital, cuando apareció el concepto, que ya mucho antes del COVID 19 existía la brecha entre los que tenían medios y podían acceder a Internet y los que no, y que en el 2020 la brecha se acrecienta más y distingue entre personas que no tienen acceso al mercado laboral por falta de competencias digitales y los que sí las tienen. Y entre estos, también existen diferencias atendiendo a su nivel de uso, participación en redes y otros factores.
Superar esta brecha es en el fondo es una responsabilidad de todas las instancias: gubernamentales, sociales, educativas, empresariales, de trabajadores/as y de todas las personas.