Talento Diverso

El blog sobre inclusión laboral para las direcciones de RRHH

La superación en la discapacidad y el deporte

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La inquebrantable fe de un hombre práctico (y con discapacidad)

 Ha sido una de las pocas personas con una amputación en participar en esta mítica prueba del calendario del BTT mundial. Una participación que tiene mucha historia detrás.

 Christian Silva

Christian Silva no iba a parar hasta conseguirlo. Quería participar en una de las carreras de Mountain Bike más duras y sacrificadas del mundo, la Gaes Titan Desert by Garmin. Así es como aparece un hombre en el desierto embalando con cinta aislante lo que será su brazo izquierdo para los siguientes seis días, como quien embala una caja de cartón.

Un hombre práctico como Christian Silva no iba a dejar de cumplir su sueño por un problema que para él era eso, algo meramente práctico.

— El problema es que no existen prótesis especializadas para este tipo de deporte. Entonces Javier Rondón, un amigo con el que participo en muchas carreras, me hizo una pletina de acero. Vamos… para que me entiendas, un cacho de hierro.

— ¡Ah! Tu amigo trabaja en el metal…

— ¡Qué va! Si es carpintero— y el hombre práctico se ríe.

Adaptarse es eso. Es ir probando y cediendo, hasta que al final consigas que la vida se amolde y te abrace como un abrigo de seda.

— No podía ponerme la prótesis antes del viaje porque tendría problemas en el detector de metales del aeropuerto. Entonces la tuve que poner allí mismo. Tardé como una hora en ponerla. Me costó mucho.

Adaptarse es eso. Es tener una discapacidad y aun así hacer una travesía de 630 kilómetros en bicicleta en el desierto de Marruecos. Es en 6 etapas, es decir, durante seis días.

— Según los participantes fue la prueba mas dura de las tres Titan Desert que se han hecho hasta ahora —dice nuestro compañero emocionado.

DEPORTE Y DISCAPACIDAD

Para saber cómo Christian llegó hasta ahí habría primero que remontarse diez años antes. Uno de los descubrimientos de la edad adulta es que en la vida se pierden cosas. Se pierde familia, se pierden amigos, se pierden novias y se pierden trabajos. Christian esa lección la tuvo que aprender temprano, porque lo que menos espera un chaval de 18 años es que lo primero que la vida te arrebate sea un brazo: el brazo izquierdo. Una máquina se lo aplastó trabajando. Hurgar en los detalles es innecesario y poco práctico, así que hasta aquí el final de una historia.

Y el comienzo de la otra.

Cuando descubrió que los karts eran un deporte muy caro decidió venderlo y con el dinero comprarse una bicicleta.

Su otra historia comienza con discapacidad y coqueteando con varios deportes: patinaje, slalom, karts. “Siempre fui un chico muy inquieto”. Christian puede asemejarse al niño trasto que rompe una media de dos pares de gafas al mes. Pero romper una prótesis no es como romper unas gafas porque cada una de ellas le cuesta alrededor de 3.000 euros. Y Christian rompió muchas haciendo deporte. Además de ser el sueño de cualquier ortopedia, es un tipo empecinado. Cuando descubrió que los karts eran un deporte muy caro decidió venderlo y con el dinero comprarse una bicicleta. Podría haberse comprado una para transitar apacible por carreteras sosegadas, pero decidió comprarse una de montaña.

– Y la verdad es que sigo rompiendo bastantes prótesis.

Reconoce que estuvo a punto de dejarlo. Le solía doler el brazo -el muñón- y era un deporte que castigaba mucho las prótesis. El primer año nunca hizo más de siete kilómetros. Muchas veces se iba a casa llorando por el dolor. Pero siguió. Y fue aumentando distancia. Mejorando tiempos. Al tercer año empezó a tomárselo en serio, hasta el punto de que la Titan Desert, una de las pruebas BTT más emblemáticas del mundo, empezó a rondarle por la cabeza.

Oye. ¿Y por qué no?

 LA CARRERA

 Así es como aparece un hombre en el desierto embalando con cinta aislante lo que será su brazo izquierdo para los siguientes seis días, como quien embala una caja de cartón. Su brazo izquierdo tiene un encaje desde donde va alojada la prótesis, y dentro de esta la pletina de acero que le hizo su amigo, que  al ser casera no tuvo otro remedio que pegar con cinta aislante. Esta prótesis lleva unos hilos que abren y cierran la mano. Christian tira del hilo y voilá, la mano queda cerrada y enganchada en el manillar,  lo que le permite realizar cualquier movimiento como si tuviese un brazo de carne y hueso. Días antes, Christian salió en un programa de televisión explicándolo. Allí sale coqueto cuando la periodista le toca el bíceps -el ortopédico- y le dice “oye, parece que estás cachas y todo”. Porque el brazo derecho de Christian –el bueno- es fuerte, y la prótesis se la hacen idéntica. La verdad es que Christian está cachas. Allí, en la televisión, ya decía lo que esperaba de la prueba. “Será dura”.

Imagínate que te golpeas el codo durante 6 horas al día contra una mesa. Las escápulas sufrieron mucho y me dolía mucho el muñón.

Hasta 600 hombres de 32 nacionalidades distintas pedalean con el viento en contra. Arena en los ojos, arena en la nariz y arena en la boca. Nada a las espaldas, nada a los lados y nada al horizonte. El desierto de Marruecos (en realidad del Sáhara) es una nada de miles de kilómetros cuadrados hermosa y colosal, aderezada de algunos fragmentos de dunas y algún camello despistado. Y entre ese montón de nada está Christian, a lomos de una bicicleta que parece un martillo pilón: trac trac trac trac, castigando su muñón durante cientos de kilómetros.

— Imagínate que te golpeas el codo durante 6 horas al día contra una mesa. Las escápulas sufrieron mucho y me dolía mucho el muñón.

 

Christian Silva

Todos los que allí estaban reconocieron que esta prueba fue sin duda la más dura de todas las Titan Desert que ha habido hasta ahora, pero también la más bonita. Christian llevó bien la parte mental. El sol incólume a las 12 de la mañana, el fuerte viento en contra (con viento la exigencia en los hombros es mayor), el terreno roto –lo que Christian peor llevaba- y cientos de kilómetros por delante. Controlar el agotamiento de la mente es casi más importante que el agotamiento físico.

— Cuando pones muchas ganas todo es más fácil. Lo cierto es que iba encantado de la vida. La gente además es muy solidaria. Todo el mundo te ayuda. El deporte te acerca mucho a las personas.

UN SUEÑO CUMPLIDO GRACIAS A UNA BECA

Christian pudo realizar la carrera gracias a una beca que le otorgó Gaes a través de su programa de becas Persigue tus sueños. La empresa las otorgó a 10 corredores previa votación del público y Christian consiguió ser uno de ellos. Así es como pudo participar en una carrera que hace años veía inalcanzable.

— Estoy encantado. Es un sueño cumplido.

 Los 30 últimos kilómetros los hice llorando. Me dolía mucho el muñón. Cuando acabé la carrera pensaba “uf ya verás cómo estarás cuando vuelvas a Madrid». Pero que va. Me siento estupendamente.

Porque nuestro compañero de la Fundación Integralia en Madrid consiguió terminar la carrera. Solo esto es un logro, puesto que más de 100 participantes abandonaron y él era de las pocas personas en la historia con una amputación que participaba en este tipo de pruebas. Pero es que además acabó en el puesto 226 (de 600 participantes) con un tiempo de 38 horas, 26 minutos y 16 segundos. Es una media de más de 6 horas al día pedaleando en el desierto. Casi nada.

— Los 30 últimos kilómetros los hice llorando. Me dolía mucho el muñón. Cuando acabé la carrera pensaba “uf ya verás cómo estarás cuando vuelvas a Madrid». Pero que va. Me siento estupendamente.

Esto lo decía Christian una vez regresado al trabajo en la Fundación. Estuvo unos días expulsando una mezcla de sangre y arena por la nariz y con una enorme e imborrable sonrisa en la cara. Y si pensabais que un hombre práctico se detiene una vez cumple uno de sus sueños no podéis estar más equivocados. Christian está deseando continuar y no para de enumerarme pruebas a las que le gustaría ir. Recomienda a cualquier persona con discapacidad a hacer deporte.

— El que sea, pero que hagan deporte. Que no se queden parados. Te cambia la vida.

Lo dice un chico que se habrá gastado no sé cuántos miles de euros en prótesis. Ahora, dado que mantiene unas relaciones estupendas con su ortopedia de confianza (es su mejor cliente), está pensando en realizarse un prótesis específica para hacer BTT. “Es algo que cuesta mucho dinero, pero me lo estoy empezando a plantear”. Seguramente lo consiga y, en la siguiente Titan Desert, podremos ver como deja la cinta aislante en casa.

Jamás subestiméis la inquebrantable fe de un hombre práctico.