Hay ciertas cosas que uno nunca se las imagina, como que uno esté sano y fuerte y a los dos meses pierda 30 kilos. A nadie le gusta controlar una enfermedad. Pero si uno no controla su enfermedad, lo más normal es que la enfermedad le controle a uno. Así es como Lorenzo aparece en una estación de esquí, tomando chocolate caliente. Bebiendo agua como un dromedario en el Kilimanjaro. Y mirándose en el espejo. Hay un saco de huesos paseándose por su habitación y lo primero que quiere es pasarse a comprobar quién es. A veces es difícil reconocerse a uno mismo en el espejo. A veces los cambios son más rápidos que la noción de uno mismo. Tu cuerpo cambia, pero tu percepción sobre él no lo hace tan deprisa.
La enfermedad hace eso, retorcer el tiempo. “Cuando tienes diabetes, lo que te pide el cuerpo es azúcar. Te va reconcomiendo por dentro. No podía comer pollo sin beber un vaso de agua. Comes mucho dulce, pero la comida normal no la comes. El día que dejé de hacer deporte adelgacé mucho. Ahí fue cuando me detectaron la enfermedad”.
Hay ciertas cosas que uno nunca se imagina, como que te salga una ampolla en el pie y pensar que no puedes curarla tú mismo. La ampolla le salió mientras preparaba su pretemporada de basket. Trabajaba por las mañanas de montador de carpintería. La ampolla, lejos de curarse, le dejó “el pie hecho una bota”. ¿Por qué no fue antes al médico?
En el médico de cabecera intentaron curárselo durante dos días. El estropicio era inasumible así que tras esos dos días se fue directo a urgencias del Hospital, en Valencia. La ampolla estaba muy infectada, hasta el punto de que el enfermero quiso quitarle la venda para hacerle la cura y no tuvo otro remedio que apartar la cara ante el hedor. Sin hacerle ninguna resonancia le llevaron al quirófano. El cirujano fue claro, ‘chaval, te vuela la pierna’. Luego habló un momento con su padre y le dijo ‘papá, que me vuela la pierna’, y su padre no le creía. Creía que solo le amputarían el pie. Como mucho. Entonces se apostaron una bicicleta que costaba mil euros.
Y en efecto. A Lorenzo, que entonces tenía 31 años, le voló la pierna y ganó una bicicleta de mil euros.
Donde había una ampolla ahora no la hay. Donde había una pierna ahora no la hay, al menos no hasta la altura de la rodilla.
“Es que hay cosas que cuestan creerse. Al principio del verano tienes una ampolla y cuando todo el mundo está en la playa tú estás en la cama de un hospital. Donde había una ampolla ahora no la hay. Donde había una pierna ahora no la hay, al menos no hasta la altura de la rodilla”.
Lorenzo Zaragoza Ini era base porque con su altura solo podía ser base. Un metro setenta de pura energía: corre, hace ciclismo, da charlas de concienciación de la diabetes y además trabaja en la Fundación Integralia. Lleva trabajando allí desde 2008, desde que se inaugurara el servicio que la Fundación realiza para el Hospital de Dénia en sus propias instalaciones.
Pero ahora estamos en agosto de 2002. A Lorenzo le acaban de operar la pierna y su recuperación tardará 18 meses. “Además estaba atravesando un proceso de divorcio. Me quedé sin pierna, sin matrimonio, sin trabajo, sin dinero, sin futuro. Volví a casa de mis padres con solo dos maletas. Siempre estuvieron ahí en los momentos más difíciles. Nunca dejaron de creer en mí”.
En diciembre de 2003 consigue otro trabajo. Pasa de ser carpintero a lector de contadores de una compañía eléctrica. Nadie se da cuenta de que le falta una pierna. Camina con normalidad con la pierna ortopédica. Quizás una pequeña cojera, pero nada que le impida conseguir el trabajo.
Pero así es la enfermedad, así en concreto la diabetes. Una enfermedad de largo aliento, a la que le gusta vencer por cansancio. Te sitia, consciente de que nadie mantiene la guardia durante tanto tiempo. Esas mismas navidades a Lorenzo la sale otra ampolla. Esta vez es en su pie derecho. Es el día 3 de enero de 2004 cuando a Lorenzo le amputan también el dedo de su pie derecho. Visto como fue el izquierdo tampoco estaba mal del todo. “Aunque con los años se te va deformando el pie y acabé perdiendo agilidad en él”, dice.
Una vez operado, se introducía en cámaras hiperbáricas con tal de que la oxigenación facilitara curar la cicatriz. Pero ahí estaba la diabetes de nuevo. Siempre a las puertas, esperando a que bajen la guardia. La saturación de oxígeno combinada con la diabetes, le causó una retinopatía ocular diabética severa. Esto es que las arterias y venas de la retina presentan fenómenos de obstrucción y de aumento de permeabilidad. Por el primero aparece la isquemia (falta de riego sanguíneo) y por el segundo, edema o encharcamiento de la retina. En pocas palabras: se estaba quedando ciego.
Este trastorno es una de las complicaciones más frecuentes que sufren los pacientes con diabetes y la segunda causa de ceguera en los países occidentales.
Tuvo algún derrame. Al principio veía como rayas en el ojo. Hacía ciclismo porque con la pierna amputada y parte del otro pie también le resultaba más fácil. Una vez le dio un derrame mientras andaba en bicicleta y al día siguiente directamente dejó de ver.
Así se quedó durante prácticamente dos años. Desde julio de 2005 hasta julio de 2007. “Todavía me quedaba un poquito de visión. Recuerdo que me pasaba ratos muy largos mirando el piloto rojo de la tele, comprobando que no quedara ciego del todo. Nunca dormía más de cuatro horas”.
Lo que es la vida. Uno de los médicos del lugar donde trabaja ahora, el Hospital de Denia, insistió en que operándose podría recuperar la visión de uno de sus ojos. Él había perdido la fe de recuperarla. Gracias a ese médico tuvo una operación en el hospital de Valencia y después de dos años de noches interminables viendo el piloto rojo de la tele, Lorenzo volvió a ver, aunque fuera de un solo ojo. “Lloré de alegría. Recuerdo cuando vi a mi madre después de la operación. No podía dejar de decir ‘mamá, que ya veo. Que ya veo, mamá’. Nunca olvidaré cómo es la sensación de no ver. No se lo deseo a nadie”.
Justo un año después de esta operación, Lorenzo entró a trabajar en la Fundación Integralia, precisamente en el mismo lugar de trabajo donde en ocasiones se encuentra con el médico que le instó a operarse. Ahora tiene controlada la diabetes. “Por ahora la tengo controlada. Llevo una dieta muy mediterránea. Nada de excesos. Todo el mundo debería de tener controlada su alimentación para evitar estos problemas”. También colabora con una asociación de la discapacidad y da charlas de sensibilidad hacia la diabetes con niño.
Casi el 14% de los españoles con más de 18 años padecen diabetes tipo dos.
Hace bicicleta, le gusta nadar, tiene casa, una mujer maravillosa que jamás vio en él una discapacidad, un husky siberiano, un trabajo y una prótesis nueva que le facilita correr. “Estoy muy contento. Ya tengo un encaje nuevo que se ajusta mucho más a mi fisionomía y puedo correr. Antes me dolía mucho. Salía un día a correr y estaba diez días mal. No merecía la pena”.
Casi el 14% de los españoles con más de 18 años padecen diabetes tipo dos. Casi cinco millones de personas viven con una de las enfermedades más traicioneras que existen y la historia de Lorenzo nos recuerda la importancia de no dejarla caer nunca en el olvido. Si bien no la tienes, para prevenir, y si la tienes, para controlarla y que no se desencadenen consecuencias que pueden ser catastróficas. Hacer deporte, controles periódicos, llevar una alimentación sin azúcar, evitar alimentos procesados, son algunos de los consejos que la comunidad médica recomienda para llevar una vida saludable alejada de la enfermedad.
Aunque a Lorenzo nunca le borró la sonrisa. “Al final, aunque me hubieran amputado una pierna y perdido la visión de un ojo, para mí lo importante de todo esto es la lucha que he llevado a cabo para que mi vida cotidiana cambiara lo menos posible y poder seguir adelante con mis sueños. La vida nos puede cambiar en un segundo. Puede ser diferente de la noche a la mañana y es importante que todos como sociedad colaboremos, igual que lo hace la Fundación Integralia, a reducir cada día esas diferencias”.
NOTA: Lamentablemente, el compañero Lorenzo Zaragoza Ini falleció el pasado enero del 2021. Dejamos este artículo suyo en la web de la Fundación Integralia como un homenaje que honre la memoria de nuestro queridísimo compañero. Descansa en paz Lorenzo.