La labor de DKV Integralia en proyectos internacionales es un ejemplo de integración laboral
He vuelto a ver “También la lluvia”. Lo menciono no por hacer aquí publicidad de la película ni crítica cinematográfica, sino porque me vino a la cabeza la labor de la Fundación DKV Integralia en el exterior.
Ha debido de ser fruto de lo errática que es la mente humana, porque asociar un film sobre las peripecias de un equipo de rodaje español en Bolivia para hacer una película sobre el descubrimiento de América a la labor de la Fundación más allá de nuestras fronteras puede resultar, cuanto menos, extraño.
Pero recordé que DKV Integralia tiene presencia en Latinoamérica con varios proyectos en Perú y Colombia (sin olvidar otros también en Polonia y la India). Por cierto, el guionista de “También la lluvia” es Paul Laverty, escocés nacido en Calcuta (India) y buen conocedor de la realidad hispanoamericana por su trabajo en una organización de defensa de los derechos humanos ubicada en Nicaragua.
Los que han visto el film saben que el personaje que hace de productor de la película contrata a varios lugareños de Cochabamba, sin mostrar demasiada simpatía por ellos. Pero a medida que va conociendo su realidad social, su vida cotidiana, acaba implicándose personalmente. Conocer supone un cambio de percepción, que en muchas ocasiones genera una actitud de empatía. Y la actitud es la antesala de la acción.
He ido leyendo los post de este blog con asiduidad y he llegado a la conclusión de que DKV Integralia afronta sus proyectos internacionales con ventaja. Conoce muy bien la realidad de las personas con diversidad funcional. La experiencia acumulada desde su creación en España ha convertido a la Fundación en un referente de formación y de inserción laboral (más de una docena de premios, varios de ellos internacionales, lo deberían avalar).
Me he fijado, además, en la descripción de los objetivos de la Fundación. Hay dos que personalmente me interesan mucho: contribuir a la mejor ayuda material e inserción laboral y social de las personas con diversidad funcional, al conocimiento de los problemas sociales de nuestro entorno y propagar una cultura orientada a la discapacidad entre la población. Es decir, contribuir y difundir desde el conocimiento de los problemas sociales aquí y en su implantación más allá de nuestras fronteras.
En una de las últimas escenas de la película a la que he hecho referencia, el productor, al despedirse del principal actor boliviano y también activista que había contratado, le pregunta qué va a hacer a partir de ese momento, a lo que el otro le responde: “Sobrevivir, es lo mejor que sabemos hacer”.
Esa es la diferencia. También la diferencia entre la ficción y la realidad, por supuesto, que no es poca. No basta con conocer y comprender, hay que quedarse, actuar, cooperar. DKV Integralia se quedó. Permanece en Perú, en Colombia, en Polonia, en la India… para “ser motor de cambio social respecto a la formación profesional y el empleo de las personas con discapacidad en aquellos países donde se encuentran en situación de especial vulnerabilidad”.
Un reto alentador, una ingente labor en la que participamos directa o indirectamente los que integramos este ecosistema que gira a su alrededor. Da igual desde donde se haga.
Antonio Ocaña