La misión social de la Fundación Integralia es la inserción laboral de personas con discapacidad. Es por esta razón que las personas siempre están situadas en el centro de nuestra organización. Ellas son nuestra razón de ser, por las que volcamos todos nuestros esfuerzos. En nuestro modelo de inserción, la formación y la experiencia son indispensables para favorecer oportunidades en entornos laborales normalizados. Los siete centros especiales de empleo que tenemos en distintas localidades de España funcionan como lugares de tránsito. En estos centros, realizamos diversos servicios que están gestionados por un equipo donde el 100% de las personas tienen algún tipo de discapacidad. Son ellos mismos, con su trabajo diario, quienes consiguen la sostenibilidad de la Fundación mientras construyen sus propias oportunidades laborales.
Son muchas historias, distintas, diversas. Vidas que tienen al menos dos cosas en común, la discapacidad por un lado, y la dificultad de acceder a un mercado laboral aún reticente a incluir la diversidad por el otro. En esta sección queremos reconocer a las personas que forman el equipo de nuestra Fundación, puesto que son ellos los auténticos protagonistas.
Jéssica Matarín es compañera de la Fundación Integralia Vallés en Terrassa. Tiene Fibrosis Quística Pulmonar, una enfermedad que afecta especialmente al aparato respiratorio digestivo.
Lleva trabajando en la Fundación Integralia desde 2015. En un principio trabajaba en el antiguo centro de El Prat de Llobregat hasta la apertura de Integralia Vallés, centro en alianza con Mútua Terrassa donde actualmente ocupa el puesto de coordinadora. Para ella la Fundación Integralia supone una «oportunidad de desarrollar tu carrera profesional independientemente de la discapacidad que tengas. Aquí confían en ti».
Julius Pallo Kano es procedente de Sierra Leona. Con tan solo 12 años sufrió los estragos de la guerra civil de su país entre 1991 y 2002. A Julius le amputaron un brazo en la guerra y llegó a España en 2010 como refugiado político. Julius nunca había tenido un trabajo. Integralia, en su centro de Sant Just Desvern, le dio su primera oportunidad laboral en 2015, y sigue trabajando allí desde entonces.
Era el primer trabajo que tenía en mi vida. Mi primera llamada fue un desastre. Estaba muy muy nervioso. Pero poco a poco fui mejorando. Aquí hay buena gente, todo el mundo me ayudó. Estoy feliz, no dependo de nadie y puedo hacer mi vida”.
Ainhoa Santamaría supo que tuvo Esclerosis Múltiple con tan solo 22 años. Se trata de una enfermedad crónica del Sistema Nervioso Central. Está presente en todo el mundo y es una de las enfermedades neurológicas más comunes entre la población de 20 a 30 años.
Cuando la esclerosis múltiple empeoró en Ainhoa le echaron del trabajo donde estaba. Tenía 25 años. Un médico le dijo que no podía realizarlo más, pero sí que podían reubicarla en un puesto menos físico. No quisieron. Así que Ainhoa se pasó los siguientes cinco años sin trabajar, hasta que llegó Integralia, donde trabaja en el centro de Madrid.