La continua discriminación a las que nos tenemos que enfrentar las mujeres con discapacidad al no garantizar nuestros derechos va copando todos las áreas de desarrollo de nuestras vidas desde que somos hasta la edad adulta. 

La vulneración de estos derechos por parte de la sociedad, al jugar nosotras un rol de inferioridad, merma nuestra toma de decisiones para poder elegir y vivir con plena libertad. Existe un paternalismo y una sobreprotección perpetúa en estos roles (tanto en la esfera privada como posteriormente en la pública) que aunque existen normas y leyes para poder paliarlas, sigue produciéndose una vulneración de nuestros derechos. Un ejemplo de ello es que hasta hace muy poco tiempo se seguían cometiendo esterilizaciones forzosas, por poner un ejemplo. 

6%
De la población en España son mujeres con discapacidad
35%
de mujeres con discapacidad son activas. 23 puntos por debajo de la media
22%
No tiene ningún ingreso por trabajo
Un 10% de la población tiene discapacidad y, de ella, el 60% somos mujeres, lo que supone aproximadamente un 6% de la población española (Informe Olivenza, 2018). En primer lugar, en los entornos familiares de las mujeres con discapacidad, se nos identifica como niñas (aunque seamos adulta) sin libertad sexual. Siempre existe una sobreprotección hacia el exterior por lo que no solemos acceder a un empleo y, cuando lo hacemos, suele ser para dedicarnos a labores domésticas y de cuidados. Un 22.7% no tenemos ningún ingreso por trabajo y solo un 35% nos encontramos activas. Además, nuestra tasa de paro es 10 puntos superior a la media. En cuanto a la educación, nuestro nivel de estudios es mucho menor que el de una mujer sin discapacidad con un 2.8% de analfabetismo. Como solemos estar relegadas al ámbito del hogar no llegamos a alcanzar estudios superiores con 13 puntos menos que la población general.

2020: el año de la pandemia

Las mujeres en el año 2020 -y lo que llevamos de este 2021- nos hemos situado en la primera línea frente a la Covid-19, por tradición o estereotipos que serían motivo de otra publicación. Tenemos un rol predominante como trabajadoras de la salud,  cuidadoras o en labores de limpieza. Cabe la pena destacar también que hemos sido nosotras, presidentas nacionales de varios países, las líderes más ejemplares y eficaces en la lucha contra la pandemia.

Esta crisis ha puesto de relieve tanto la importancia del papel de las mujeres para la gestión de la misma como las cargas de responsabilidad y trabajo tan grandes que soportamos. 

Este año pasado ha sido muy complicado para todos y todas, pero especialmente para algunas de estas mujeres. Ha habido un importante retroceso respecto a las libertades individuales de las personas y las mujeres y niñas con discapacidad no hemos sido menos. El confinamiento ha puesto el hogar en el centro de nuestras vidas; nunca habíamos pasado tanto tiempo en él y nos ha obligado a relaciones de convivencia con personas en un mismo espacio, que antes no se producían provocando situaciones de violencia contra la mujer.

«Un  23% aproximadamente de las mujeres con discapacidad están en situación de pobreza y los problemas de acceso a una vivienda digna»

Las nuevas tecnologías, el acceso a la salud se ha transformado radicalmente, afrontando un proceso de digitalización más acelerado que nunca. 

Desde la Fundación Integralia hemos hablado muchas veces sobre el cambio tan brusco en la forma de acceder a la tecnología y la brecha digital que acusan las personas con discapacidad, lo que genera una situación de desigualdad.

Ya hemos hablado antes de que las mujeres con discapacidad somos menos activas laboralmente y que nuestro nivel de estudios también es menor. Si este hecho lo relacionamos con el nivel de pobreza (por el que un  23% aproximadamente de ellas están en situación de pobreza) y los problemas de acceso a una vivienda digna, nos encontramos ante una perspectiva muy desalentadora en un contexto donde además de la relaciones sociales, también el trabajo se virtualiza. Las mujeres con discapacidad nos hemos visto discriminadas por este cambio de tendencia debido a nuestra situación más vulnerable y a la falta de recursos, acrecentando la brecha digital y la falta de oportunidades laborales.

8M: razones para manifestarnos este 8M

El año pasado se celebró el 25º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, que fue aprobada en 1995 en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y que tuvo lugar en Beijing, China. Esta Declaración supuso el mayor avance progresista para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en todo el mundo. Además, también fue el el 20º aniversario de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las Mujeres, la Paz y la Seguridad; y el 10º aniversario de la creación de ONU Mujeres.

Todos los años se producen coincidencias con fechas clave en el avance de nuestros pero todavía quedan muchas metas por alcanzar. Los Objetivos para el Desarrollo Sostenible deben ser una de ellas y en especial en número 5: Lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas, junto con el 1. Fin de la pobreza, 2. Hambre cero, 3. Salud y bienestar, 4. Educación de calidad, 8. Trabajo decente y crecimiento económico, 10. Reducción de las desigualdades, 11. Ciudades y Comunidades Sostenibles, 16. Paz, Justicia y situaciones sólidas y 17. Alianzas para conseguir los objetivos.

A pesar de todas estas conmemoraciones, el impulso para que se produzca el cambio es demasiado lento para la mayoría de las mujeres y niñas en el mundo.

Hoy en día, aún en los países más avanzados, todavía no se ha alcanzado dicha igualdad. Las mujeres y las niñas con discapacidad seguimos siendo infravaloradas y relegadas; trabajamos más, ganamos menos, tenemos peores niveles educativos, nuestra salud es peor y, en definitiva, tenemos menos opciones de acceder con la misma igualdad que el resto de la población a nuestros derechos como ciudadanas. Además sufrimos múltiples formas de violencia como son física de cualquier clase, sexual, psicológica, económica, estructural, espiritual, política e incluso simbólica.

Por todas estas razones y porque existe una amenaza real de regresión de los logros feministas que tanto esfuerzo costó conseguir, es necesario que cada año se visibilice el problema de la mujer y sobre todo que también tenga su espacio la mujer con discapacidad.

Soluciones

Las soluciones para lograr nuestra igualdad, especialmente en esta época que estamos viviendo, deberían ser globales y abarcar todos los pilares fundamentales del estado de bienestar. Algunas de las reivindicaciones más importantes que deberían aparecer en la pancarta que encabezasen la manifestación serían las siguientes:

 Empleo digno e igualdad salarial para que las mujeres con discapacidad sean personas activas e independientes económicamente

– Más presencia en política y órganos de decisión para que los problemas sean escuchados y abordados. Que el género sea siempre un aspecto fundamental en la toma de decisiones y transversal a todas las políticas. 

– Menos violencia estructural por ser mujer y por tener discapacidad por parte de una sociedad dominada por el hombre

– Más derechos, especialmente sexuales, maternales o reproductivos ya que a la mujer con discapacidad  se la ningunea a veces con teorías eugenésicas si quieren tener descendencia.

Y otros muchos mensajes podrían ser

– Formación a los profesionales sobre mujer y discapacidad, ya que el trato sigue sin ser el adecuado.

– Visualizar el problema a través de estadísticas y estudios, darlos a conocer y ver la envergadura de su situación.

– Eliminar el “cripwashing”  y fomentar la diversidad, que los modelos a seguir no sean siempre los mismos.

Las soluciones han de ser globales con planes marco a largo plazo pero para problemas actuales como es la Covid 19 necesitamos medidas urgentes. Si no se actúa se corre el riesgo de retroceder en muchos avances que se habían logrado. Se necesita dotar de los recursos y presupuestos para poder revertir esta situación y dar respuesta a las necesidades de las niñas y mujeres con discapacidad.

 

 

 

Mónica Arazo 

Trabajadora Social de la Fundación Integralia