Este 25 de noviembre se celebra día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer. Desde la Fundación Integralia queremos hacer hincapié en la situación que viven muchas mujeres con discapacidad, que al igual en tantos otros ámbitos como el acceso al empleo o retribución salarial, presentan datos alarmantes que confirman aún más su situación de vulnerabilidad.
En nuestro país, la violencia de género se define como «la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre estas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia», y «comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad». Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre.
Podemos asegurar, y así también lo confirma CERMI mujeres, que una mujer con discapacidad sufre una triple discriminación: por género, discapacidad y aspecto físico. La violencia ejercida hacia las mujeres con discapacidad adopta muchísimas formas. Violencia es el abuso sexual o las agresiones físicas, pero también es violencia las esterilizaciones forzosas (una práctica que ya fue denunciada por la ONU y prohibida en España en el año 2020), el aislamiento, el abandono o la deshumanización.
Los datos nos demuestran que aún queda mucho camino por recorrer para acabar con la lacra de la violencia machista en las mujeres con discapacidad. Es una violencia sistematizada y estructural, muy lejos de episodios puntuales.
Las mujeres con discapacidad tienen cuatro veces más riesgo de padecer violencia sexual que el resto de las mujeres.
En el artículo de la Federación Madrileña de Enfermedades Neurológicas, se recoge que el 80 % de las mujeres con discapacidad sufren violencia y tienen cuatro veces más riesgo de padecer violencia sexual que el resto de las mujeres. También se señala que el 17,4 % de las mujeres que tienen una discapacidad ha sufrido violencia física de alguna pareja, frente al 11 % de las mujeres sin discapacidad. Además, un 23,4 % tiene una discapacidad a consecuencia de algún episodio de violencia física o sexual.
Estas situaciones de violencia tienen todavía más impacto en mujeres con discapacidad intelectual. En un reportaje realizado por la revista Ethic, Ángeles Blanco, responsable de derechos y asesoría jurídica de Confederación ASPACE, asegura que “en general partimos de una sobreprotección que lleva a infantilizar a estas mujeres, lo que provoca que no se les forme en derechos sexuales y reproductivos, ni en la toma de decisiones. Esto les imposibilita a la hora de diferenciar lo que es un buen trato de un mal trato”.
Estas mujeres también encuentran barreras a la hora de denunciar. Solo denuncian un 11,1 % de las agresiones sexuales. La Policía y el Poder Judicial no suelen estar formados para actuar adecuadamente con estas personas; además, sus testimonios tienen menos credibilidad debido a los estereotipos sociales.
Impacto de la violencia en la salud de las mujeres con discapacidad
La violencia de género no solo tiene un impacto en la salud de las mujeres con discapacidad por las evidentes secuelas físicas que puedan contraer por las agresiones. De hecho, las lesiones y secuelas más importantes se generan en su salud emocional, siendo esta violencia en muchas ocasiones una causa de discapacidad debido al desarrollo de un trastorno mental, especialmente la depresión. Lamentablemente, muchas de las mujeres que atraviesan largos períodos de violencia desarrollan conductas suicidas al no encontrar una salida a su situación.